“A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Efesios 5:27
INTRODUCCIÓN:
Quizás nuestros ojos se han posado alguna vez en el texto bíblico de Revelación 12 y versículo 1; en cuyo versículo menciona a una mujer, que a juzgar por sus características tiene diversos símbolos que estudiaremos a través de las Santas Escrituras. La palabra de Dios describe a esta figura así: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”.
Antes de estudiar el simbolismo de la visión de Juan, necesitamos saber el significado de mujer en las Sagradas Escrituras.
El libro de los Hechos presenta el siguiente relato:
“Este es aquel Moisés que estuvo en la iglesia en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros

padres, y que recibió palabras de vida que darnos”. Hechos 7:38.
La iglesia formada por Israelitas en el desierto fornicaba delante de Dios: “¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Ella se va sobre todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso, y ahí fornica”. Jeremías 3:6. ¿Cómo fornicaba Israel? “ Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada y adulteró con las piedras y con el leño”. Jeremías 3:9. Israel fornicaba o adulteraba cuando con los pueblos ajenos a su fe, se mezclaba en actividades paganas. Por ello el Señor le reprocha sus acciones, no solo como Dios, sino como su esposo. “Sino como mujer adúltera, que en lugar de su marido, recibe a ajenos”. Ezequiel 16:32. Por lo expuesto, entendemos que el símbolo de mujer es iglesia.
En el nuevo testamento encontramos la misma simbología “Porque os celo con el celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. 2da corintios 11:2. El esposo de la iglesia -mujer- en la dispensación evangélica, es Jesucristo, como lo fue Dios con la antigua iglesia formada por Israelitas.
Ahora bien, ¿cómo debe ser la esposa de Jesucristo en este tiempo? “A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Efesios 5:27. Debemos recordar que la iglesia no es el inmueble o casa, que alberga a los miembros; la conforman los mismos creyentes, como está escrito: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo en el Señor: en el cual vosotros también soís juntamente edificados, para morada de Dios en Espíritu”. Efesios 2:20-22. O sea, que el servidor de Dios debe mantener su fe en santidad hasta el último minuto de su existencia.
Entonces, ¿quién es la mujer vestida de sol? Es la iglesia del Dios Altísimo, aquella fiel y verdadera que guarda sus mandamientos.
¿Y el sol que la acoge? “Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”. Malaquías 4:2. En este trozo el profeta destaca dos puntos importantes: “el sol de justicia” es un atributo de la justicia que está asentada en la fe de la iglesia.
“Y en sus alas traerá salvación”. Desde sus albores la iglesia, -hasta hoy en día- ha proclamado el evangelio a través de su inédita enseñanza que redime al hombre para Cristo.
¿Y la luna debajo sus pies? La luna es la monarca de la noche, la cual representa la oscuridad. “Otra vez Jesús les habló diciendo: yo soy la luz del mundo el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12. Por eso la luna yace subyugada a los pies de la mujer-iglesia- que ya no vive en oscuridad.
¿Y la corona de doce estrellas que yace en su cabeza? ¿A quienes representa? ¿A los doce apóstoles o a las doce tribus de Israel? Para conocer el origen de este símbolo veamos el libro de Génesis:
“José soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna

y once estrellas se inclinaban a mí.
Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le respondió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían envidia más su padre meditaba en esto”. Génesis 37:9 y 10. Apreciamos que en el sueño de José nombra a sus hermanos-hijos de Jacob-como estrellas que hermosean la cabeza de la mujer descrita en Revelación capítulo 12. Por supuesto que José forma parte también de las once estrellas para completar las doce; o sea que, definitivamente, esas doce estrellas son las doce tribus de Israel.
En el relato que José declara a su familia destacan algunos detalles como el enojo de Jacob; el patriarca era monoteísta y no admitía a nadie que demandara veneración; esto es exclusivo al Dios de Israel. Sin embargo, el versículo 11 expone que Jacob después de escuchar con atención el sueño de José, meditaba, es decir reflexionó; quizás creyendo el sueño de su hijo que amaba entrañablemente. Además recordaría que Dios también le había dado revelaciones a través de un sueño. Génesis 28:11 y 12. No así el resto de sus hijos que cegados por la envidia y la ira no pudieron percibir siquiera el sueño de José.
CONCLUSIÓN
Definitivamente la mujer vestida de sol es un símbolo, no es literal. Es una visión dada a Juan que exalta la figura de la iglesia; engalanada con símbolos representativos como estudiamos.
No es María la madre de Jesús, que adopta esta figura. María fue elegida por Dios entre miles de mujeres para que en su estado virginal concibiera ese fruto precioso-Jesucristo- a través del Espíritu Santo. Fue proselitista en la expansión del evangelio, como lo expresa el libro a los Romanos: “Saludad a María, la cual ha trabajado mucho con vosotros”. Romanos 16:6. Perseveró hasta el final de sus días juntamente con los apóstoles: “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. Hechos 1:14. Sus restos reposan en el valle de Cedrón cerca de Jerusalén, en espera de su redención una vez que el Hijo de Dios retorne a esta tierra, María será inmortalizada gloriosa, en compañía con el pueblo de Dios; a través de su gran Salvador.
Concluído
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