“La resolución de ser sabio, es el primer paso para adquirir la sabiduría. Y junto con la sabiduría, desarrolla el sentido común y el buen juicio”. Proverbios 4:7. Al Día
Continuando con el estudio de la sapiencial obra del sabio, abordemos el capítulo 9 que inicialmente transcribe: “También investigué minuciosamente esto: que los justos y los sabios dependen de la voluntad de Dios; nadie sabe si Dios les favorecerá o no. También buenos y malos, religiosos y descreídos, blasfemos y justos, por igual están en la misma Providencia. Parece muy injusto que sea igual el destino de todos”. Eclesiastés 9:1 y 2.
Si observamos el inicio de este versículo 1, en la apertura del capítulo 9 el sabio demuestra minuciosidad- meticulosidad-indagar- en sus dichos; es decir es sumamente cuidadoso y detallista una vez que no se inclina con certeza del destino de los justos y sabios, de buenos y malos que están en la misma condición; “parece muy injusto que sea igual el destino de todos” declara Salomón. Ante este dilema, el sabio declara que todos justos e injustos están bajo la misma rigurosidad Providencial; o sea, que Dios decidirá finalmente el destino de este contextual grupo.
Ahora bien, ¿cómo desentrañaremos la gran disyuntiva que presenta el sabio?
Esta sección la dividiremos en dos partes: Sabios y Justos.
A lo largo de este excepcional libro, hemos entendido las ventajas de la sabiduría y de la justicia una vez que hacemos de ellas nuestra práctica día a día y de pronto nos encontramos en la balanza divina que cuestiona nuestros actos en contexto con los demás. Insistimos, ¿cúal es la causa? En principio el propio Salomón nos da la pauta. “No seas, pues, ni demasiado bueno ni demasiado sabio”. Eclesiastés 7:17. ¿Dónde estriba la dificultad de pretender tener demasiada sabiduría? “Qué mal les irá a los que se creen sabios, los que piensan que son muy inteligentes”. Isaías 5:21. PDT.
¿Qué explica la psicología de la persona sabelotodo?
1.”Domina todos los temas aunque no tenga la más mínima idea.

2.Lleva la contraria por placer, no basado en situaciones demostrables; es poseedor del conocido refrán que dice: “si no sé, confundo”. Es ignorante.
3.Alega que los temas que desconoce o no domina es porque no le interesa. Es necio.” Fuente: El Síndrome del Sabelotodo.
“¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él”. Proverbios 26:12. Cuando exaltamos nuestra opinión sobre los demás nos situamos en un nivel más bajo que el necio. Y esa es la diferencia del porqué estamos en la balanza divina con los demás; manejamos nuestra propia sabiduría.
Pablo, en su tiempo observó que algunos miembros de la iglesia se creían dotados de sabiduría. “Digo pues por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense con templanza, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. Romanos 12:3. El apóstol exhorta a reprimir el sentimiento de superioridad, ya sea en conocimiento y más, “que no tenga ante sí alto concepto que los demás; que sienta poseer un conocimiento superior en comparación con los demás. “Que piense de sí mismo con templanza”-cualidad humana que induce a usar o hacer las cosas con mesura-. ¿Habrá habido algún cambio de actitudes en la iglesia con relación al punto en discusión, con lo que ocurrió en la iglesia primitiva? Con pesar, reconocemos que no. En esta dispensación se ha acentuado más en algunos dirigentes que hacen “gala” de sus conocimientos, según ellos, por encima de los demás. Por ello, ante estas actitudes, algunos miembros se instalan en la balanza de la incertidumbre de alcanzar o no la gracia y auxilio del Señor.
Estudiemos la otra parte. “También me dediqué a investigar lo siguiente: si bien Dios tiene en sus manos las acciones de los sabios y justos, nadie sabe si Dios les mostrará su favor”. “No seas demasiado justo, no hagas mal mucho, ni seas insensato”. Eclesiastés 7:16 y 17. De este versículo hemos separado la palabra justo para su análisis.
Una vez que el justo se excede en la justicia, cae en el legalismo-tendencia o actitud de quien antepone a todo la aplicación estricta de las leyes, según el diccionario-. Un ejemplo de legalismo, se dio en los tiempos de Jesús que lidió con la justicia excesiva de los fariseos, que defendían con rigurosidad extrema sus tradiciones. “Y se juntaron a él los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es a saber, no lavadas, los condenaban.
Y le preguntaron los fariseos y los escribas: ¿porqué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos,

sino que comen pan con manos comunes?” Marcos 7:1, 2 y 5.
Los fariseos fundamentaban su justicia en sus tradiciones. Era una élite de personajes doctos en materia de leyes. Estrictos y cabales en todos los requerimientos que las leyes demandaban. Sin embargo, apegados al rito de lavarse las manos reiteradamente, condenaban a los discípulos de Jesús que no cumplían con este requerimiento. ¿En que consistía el error de los fariseos? En hostigar a los demás. Además, el Maestro les reprochaba el desprecio hacia sus padres-versículo 10- por lo que concluye: “Nada hay fuera del hombre que entre en él, que lo pueda contaminar: más lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre”. Marcos 7:15. En efecto, más que el ritual de lavarse las manos, Jesús les reprochaba la ingratitud hacia sus progenitores.
Mucho se habla sobre el fariseísmo de sus actuaciones, sin embargo en el libro de Mateo, el Señor es categórico al pronunciar: “Porque os digo, que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Mateo 5:20.
Aplicación.
El Señor Jesucristo advierte y sentencia sobre la negación de nuestra salvación, cuando actuamos a través de nuestra propia justicia, de señalar, hostigar o condenar, y vinimos a hacer peores que los fariseos.
“Nadie sabe si Dios los favorecerá o no”. Un sinónimo de favor es gracia; cuando condenamos, señalamos y más, esa gracia salvadora puede ser retirada de nosotros y comprometemos nuestra salvación. Por ello, podemos integrar el grupo que menciona el sabio.
Pasemos a estudiar otro concepto de nuestra vida dictada por Salomón. “Pues los que viven saben por lo menos que han de morir. Pero los muertos nada saben, ni siquiera tienen memoria. Todo lo que hayan hecho en vida-amar, odiar, envidiar y más- es cosa remota y ellos ya en nada participan en la tierra. Haz bien todo lo que emprendas, porque la muerte, a la cual vas, no hay trabajo, planes, saber, ni entendimiento”. Eclesiastés 9: 5, 6 y 10. Al Día.
El tema de la muerte, ha sido debatida desde tiempos remotos hasta hoy en día. Clérigos, teólogos, filósofos, entre otros se han enfrascado cada uno en defender sus propias teorías o conceptos acerca de este suceso que tarde o temprano llegará a todos. Sabiendo que la muerte viene implícita o forma parte “del paquete” de la vida del hombre, es preciso conocerla-independientemente del criterio humano- a la luz de las Sagradas Escrituras que en una forma sencilla y llana presenta la esencia de este punto.
Ya hemos referido en otros artículos que la muerte ocurre en el ser vivo una vez pierde el hàlito de vida. Salmo 104:29 y 30. O sea, el aire, o aliento de vida o espíritu de vida que está en nuestras narices, Job 27:3 y vuelve a Dios dueño absoluto de nuestra vida. Eclesiastés 12:7.
En esta parte nos ocuparemos de estudiar sobre la inconsciencia del hombre una vez fallece. Los textos citados en este libro son elocuentes: “Los muertos nada saben; ni siquiera tienen memoria, todo queda en el olvido”. Este era el sentir del salmista: “Pronto será demasiado tarde, ¿de que valdrán tus milagros cuando esté yo en el sepulcro? ¿Cómo he de alabarte entonces? ¿Pueden los que están en el sepulcro declarar tu benevolencia? ¿Pueden proclamar tu fidelidad? ¿Pueden las tinieblas hablar de tus milagros? ¿Puede alguien en la tierra del olvido hablar de tu ayuda? Y concluye: “Los muertos no pueden entonar alabanza a Jehová aquí en la tierra”. Salmo 88:10-12; 115:17.
La ciencia avala a la palabra de Dios sobre la inconsciencia del hombre al morir. ¿Cómo se produce? “Desde el punto de vista científico, los impulsos eléctricos que dan lugar a las percepciones, el pensamiento, las emociones, la consciencia, se apagan por completo en el cerebro cuando el cuerpo muere”. En efecto, como explica la cita científica cuando la persona fallecida pierde la percepción-conocimiento de una cosa que comunican los sentidos- se pierden también las emociones, por ejemplo, las que produce satisfacciones laborales: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el seol-sepulcro- a donde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”. Eclesiastés 9:10.
La consciencia que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos se pierden una vez al fallecer: “Porque en la sepultura no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad. El que vive, éste te dará alabanza como yo hoy”. Isaías 38:18 y 19. Sin embargo, ante esta verdad innegable que presenta la palabra de Dios de la condición de los muertos, Satanás trata de engañar a las personas letradas e iletradas, incluso religiosos, mantienen la tesis que el difunto vive y puede volver a la vida a través de un médium, clarividente, o espiritista, “considerados de facultades mentales paranormales, que permiten comunicarse con los espíritus del más allá”. Diccionario Larousse.
A estos individuos “consultan” miles de personas impulsadas por saber de sus seres queridos fallecidos, sin saber que el príncipe de las tinieblas promueve el engaño a través de sus comunicadores.
Veamos brevemente el caso Saúl: -Parafraseado-. El rey había pecado y no sabía que “el Espíritu de Jehová se había apartado de él”. 1ra de Samuel 16:20. Ocurre la muerte de Samuel-su consejero- y de pronto se siente aislado y confuso sobre su futuro, porque Jehová no le contestaba ni en sueños, ni profetas. Entró pues en él la desesperación y la impaciencia y consulta a la pitonisa de Endor. El rey sabía que Jehová había ordenado ejecutar a todos los adivinos y adivinas, no obstante a ello, Saúl llega hacia la mujer despojado de sus túnicas reales de monarca disfrazado como una persona común y corriente y le hace la petición a la mujer de traer a Samuel a su presencia; no sin antes forcejear con ella porque la mujer lo había descubierto; el rey trata de calmarla y le pregunta: “
¿Qué es lo que ves? Veo una forma nebulosa que sube de la tierra-dijo ella-. ¿A quién se parece?-pregunta el rey-, es un anciano

envuelto en una túnica. Saúl comprendió que era Samuel y se inclinó delante de él. ¿Porqué me has molestado haciéndome volver?-preguntó Samuel a Saúl- 1ra de Samuel 28:8-15.
Preguntamos: ¿Era Samuel el que volvía a la vida y conversaba con el rey? Examinemos un punto importante de esta narración que nos presenta este libro. Una vez que el rey pregunta por las características supuestas de Samuel, la mujer responde: “veo una forma nebulosa que sube de la tierra”. El rey al escuchar esta respuesta hubiese bastado salir de inmediato del recinto de la pitonisa. La forma de la figura nebulosa, “ es oscuro, confuso y poco claro”, expone el diccionario. Pablo hace referencia a la parte nebulosa del diablo: “nuestra lucha es contra seres incorpóreos malignos soberanos del mundo invisibles, poderosos guiados por el príncipe de las tinieblas que gobiernan este mundo”. Efesios 6:12.
La expresión de Pablo es clarísima, el rey no distinguió que la figura nebulosa u oscura que presentaba la mujer era la representación del maligno; incluso se inclinó delante de él. ¡Saúl cayó en sus redes!
Si asumimos que Samuel supuestamente se presentó en la mesa de la médium a conversar con Saúl, invalidamos lo expuesto por la palabra de Dios que los muertos yacen en la inconsciencia. Si fuese así la puerta estaría abierta para que todos los fallecidos volvieran a comunicarse con los que ellos quisieran. ¡Imposible! Samuel jamás se habría presentado a la mesa de la pitonisa en un estado de oscuridad y tinieblas. Además, nunca hubiera permitido que Saúl se arrodillara con reverencia delante de él; Samuel era un consumado monoteísta, es decir, su adoración solo fue hacia su Dios; el Dios de Israel. Samuel fue un santo desde su niñez-1ra de Samuel 20:26-28- conocedor y fiel practicante de las leyes del Señor, en la cual destacaba una cláusula que prohibía la practica bajo pena de muerte de las evocaciones a adivinos-versículo 10-.
Definitivamente lo que ocurrió en este suceso, fue una jugarreta más del diablo.
Continuará…
LA IGLESIA DE DIOS Y SU TEMÁTICA
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