“Todo el trabajo del hombre es para su boca, sin embargo, su apetito no se sacia”. Eclesiastès 6:7
SEXTA PARTE
Sabio, filósofo y poeta fueron los atributos que coronaron la vida de Salomón. Sus escritos cobran actualidad y van dirigidos a la mente del hombre. Su llamado a la reflexión y a la ciencia es en esencia su discurso.
El análisis bíblico:
“Si, pero hay un gravísimo mal que he visto en todas partes: Dios les ha dado a unos inmensa riqueza y honra que les permitiría obtener lo que se les antojase, pero no les ha dado salud para disfrutarlo; mueren, y otros se apoderan de todo. Esto es absurdo, simple burla, grave falla”. Eclesiastés 6:1. Al Día.
La figura del hombre que expone el sabio, adquiere inmensas riquezas y honra, pero hay ausencia de un elemento vital: la salud. Ello refleja un vacío de sabiduría; además del conocimiento o ciencia para adquirir bienes para administrarlos, no son suficientes. Se necesita, reiteramos, sabiduría y también el bienestar personal. “Hay ricos pobres, y pobres que poseen grandes riquezas”. Proverbios 13:7. Lo declarado por el sabio es elocuente, “hay ricos pobres”, abundan los bienes materiales, pero existe pobreza en salud. La salud además de ser un derecho, es cuestión de conciencia cultivarla.
Es muy frecuente que la persona pudiente desvíe su atención a los placeres: vino, mujeres, tabaco, entre otros; desplazando así su salud que le provee de diversos satisfactores. Se pierde la salud, se pierde el norte y se va a la debacle. “El hombre que se aparta del sentido común va a la muerte”. Proverbios 21:16 NVI.
¡Es terrible y sin sentido! Explica el sabio, que después de una vida sacrificada por generar riquezas, las disfruten los extraños.
“Oíd esta otra enseñanza”:
“Si un hombre tiene cien hijos y otras tantas hijas y vive hasta muy anciano, pero al morir deja tan poco dinero que no le alcanza a sus hijos ni para enterrarlo, yo digo que mejor hubiera nacido muerto. Porque aunque el suyo hubiese sido un nacimiento frustrado cuyo fin fuese la oscuridad, y ni siquiera hubiese tenido nombre, sin haber visto jamás el sol o saber siquiera de su existencia; aun eso es mejor que ser un anciano desdichado. Eclesiastés 6:35. Al Día.
¿Qué nos sugiere este trozo? Estudiémoslo desde la óptica de la explosión demográfica.
“Es un aumento súbito de la cantidad de habitantes en una determinada región. Este incremento de la población

tiene consecuencias importantes y genera cambios socioeconómicos”. Wikipedia.
La explosión demográfica, es una cultura casi generalizada en países subdesarrollados donde la pobreza y la ignorancia sientan sus reales. No estamos contra la pareja que planifica tener un número determinado de hijos, una vez que se hace la sumatoria de ingresos económicos y que cubren las necesidades de su descendencia.
Más allá del significado cuantitativo-cien hijos- que declara el sabio, tiene una connotación simbólica. No obstante, deja entrever una cantidad cuyo padre está imposibilitado de mantener o formarlos para que éstos le provean recursos siquiera para enterrarlo.
El enunciado de Jesús es relevante: “Antes de decidirse, fíjense bien en el precio que tendrán que pagar. A nadie se le ocurriría meterse a construir sin calcular primero lo que le va a costar y ver si tiene suficiente dinero. De lo contrario, se arriesga a que el dinero que tiene apenas le alcance para los cimientos. Imagínense como se reiría la gente en la cara. Miren a ese, ¡se le metió en la cabeza construir y se le acabó el dinero antes de poder terminar!” Lucas 14:28-30, Al Día.
La ilustración del Maestro, es una acepción aplicable también al punto que ocupa nuestra atención. Construir un hogar con sus ocupantes debe precisar cuantificar lo que se invertirá a largo plazo. Calcular el número de hijos que demandarán salud, alimentación, educación, entre otros, determinará el éxito en su formación; de lo contrario, -como expone el sabio- el padre en su decrepitud o en el ocaso de la vida sufrirá desdichas, a tal extremo hubiese sido mejor no nacer o haber sido abortado antes de sufrir tremendas vicisitudes; de no poder haber ahorrado nada para su futuro y dejar en mal predicado a su descendencia.
“Escuchad esta otra amonestación”:
“Sabios y necios pasan la vida por igual afanándose por el alimento, y jamás parecen tener suficiente. Ambos padecen el mismo problema”. Eclesiastés 6:7. La versión Reina Valera traduce: “Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo no se sacia”.
La biblia de las Américas traduce: “Todo el trabajo del hombre es para su boca, sin embargo, su apetito no se sacia”. Eclesiastés 6:7.
La parte exaltada, según el pronunciamiento del sabio, denota la insaciabilidad de la persona, que no come para vivir, sino vive para comer. La gula, según el diccionario, “es un mecanismo humano caracterizado por el apetito desmedido en el comer y beber”; constituye según la psicología, “un trastorno emocional cuyo componente principal es la ansiedad”. O sea, derivado de esos trastornos en la personalidad del individuo come y bebe sin saciarse, incluso sin hambre. “Es una defensa-dicen los expertos- del organismo para inhibir la angustia o temor producido por diversos factores”. Hoy en día, un factor predominante que incide en producir casos patológicos de ansiedad y la insaciabilidad de la persona, es entre otros, la covid-19 que genera angustia e incertidumbre entre la población, especialmente en el género femenino que precisa ayuda psicológica.
Referente a este punto uno de los principales diarios del país, narra que:
“personal médico lidia con el estrés, la depresión y la ansiedad que provoca la emergencia sanitaria por el coronavirus; dicho personal, -explica la fuente- precisará ayuda psicológica posterior a esta pandemia, por secuelas post traumáticas”.
Independientemente, de las personas que sufren problemas emocionales existe de por sí un grueso sector de las ciudades del mundo, que comen y beben sin saciarse.
Estadísticas dan cuenta que las personas que comen sin freno, padecen de obesidad, diabetes, mala circulación y afecciones cardiovasculares. Nutricionistas afirman que la comida chatarra, papas fritas, pan, salsa picante, carnes rojas, entre otros, elevan el placer de comer y beber sin límites. Es muy común estigmatizar a los que se emborrachan y fuman. Sin embargo la gula, diminuta acción casi imperceptible, es un daño a veces irreparable en la salud y una ofensa grave a Dios; a tal punto que las Santas Escrituras advierten que: “envidiosos, borrachos, glotones, y otras cosas parecidas, les advierto a ustedes, como antes lo he hecho, que los que así se portan no tendrán parte en el Reino de Dios”. Gálatas 5:21, Dios Habla Hoy. Y otra vez: “El fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal”. Filipenses 3:19.
¿HAMBRE O APETITO?
En la forma que expresamos estos dos términos, parecen idénticos; sin embargo, existe una diferencia entre ambos. El hambre, según los expertos, “proviene de una necesidad vital e indispensable para la vida, como es la nutrición que está en diferentes alimentos”.
El apetito, -contrario al hambre- es el deseo de comer por placer, en el que intervienen factores como los olores, los sabores, el aspecto y la presentación de los alimentos. Aquí las necesidades fisiológicas ya están cubiertas y son los estímulos los que nos provocan ese deseo”. Fuente: diferencia entre hambre y apetito.
Como lo explica la nota, el hambre es producto de una necesidad indispensable de nuestro organismo de dotarle de nutrientes que nos satisface.
El apetito, al contrario, tiende al artificialismo, es decir, va en dirección al placer. Consumo de bebidas y comidas rápidas que no producen satisfacción. Como explicamos, no hay control para comer. Entonces, según los especialistas, se inhabilita la leptina, hormona de la saciedad que es el equilibrio de la cantidad de alimentos a consumir; los estímulos, olores, sabores, aspectos de los alimentos, entran por la vista, burlan la conciencia y se consumen alimentos inconscientemente y la satisfacción nunca llega, de ahí se desencadenan múltiples enfermedades que minan y acaban con la vida de las personas.
“Oíd, la exhortación del sabio”
“En los pocos días de nuestra vida vacía, ¿quién podrá decir la mejor manera de pasarlos? pues, ¿quién conoce el futuro?” Eclesiastés 6:12 Al Día. Este versículo es un llamado a la reflexión; porqué, ¿quién orientará al hombre a vivir sus días? “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Salmo 90:12. Es Dios el único Ser que puede llenar nuestra vida vacía.
Nuestra vida puede ser llena de placeres, lujos y riquezas, “tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios; y la esperanza del impío perecerá; porque su esperanza será cortada, y su confianza es tela de araña”. Job 8:13 y 14. Solo Dios puede llenar todas nuestras necesidades vitales. “Por tanto os digo: no os afanéis por nuestra vida, que habéis de comer o que habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” Mateo 6:25 y 31. Si bien Dios suple todas nuestras necesidades para vivir, sin embargo, esto no llena nuestra vida; más allá de satisfacer nuestras carencias materiales, nuestra vida necesita llenarse de: “Gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.”-Gálatas 5:22 y 23- para vivir a plenitud con Dios.
SOLO DIOS CONOCE EL FUTURO
¿Quién o qué gobierna nuestra vida? ¿podemos excluir a Dios de nuestros proyectos? “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí; que anuncio lo porvenir desde el principio, lo que aún no era hecho…”. Isaías 46:9 y 10. Muchos viven día a día, a expensas del horóscopo que dictamine su futuro. Nuestra vida depende de Aquel que provee el norte de nuestra existencia. Por ello, debemos evitar la arrogancia de creer en nosotros mismos. “No te jactes del día de mañana, porque no sabes que dará de sí el día”. Proverbios 27:1. “! Vamos ahora! Los que decís: hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? “Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberías decir: si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. Santiago 4:13-15.
¿CUANTO VALE NUESTRA REPUTACIÓN?
“La buena fama es más valiosa que el más caro perfume”. Eclesiastés 7:1. La versión NTV traduce: “Vale más una buena reputación, que un caro perfume”.
¿Por qué el sabio pone en un sitial alto la buena fama? Si nos apegamos a la versión NTV, asumimos que el sabio realza la dignidad y renombre de alguien y coincide con el concepto filosófico:
“La buena fama es el estado que un individuo alcanza cuando es conocido y reconocido más que la mayoría

de sus conciudadanos. Es producto de una vida virtuosa y ordenada, materia de la verdadera fama; más valiosa que el ingenio, el valor y el olor.
Sin embargo, no se debe alardear de ella.” En efecto, se trata de una persona exitosa, cuya trayectoria tiene como base entre otros, una reputación intachable.
Atendiendo los atributos que galardonan la buena fama, entendemos que con esfuerzo se adquiere; sin embargo, cultivarla es harto difícil. ¿Cómo mantenerla? “Encomienda tu obra al Señor y tendrás éxito”. Proverbios 16:13. Cuando alcanzamos el éxito que nos da la fama, bajo el auspicio del Señor, aseguramos una buena reputación; no obstante a ello, el Señor demanda algo más: “La humildad y la reverencia para con el Señor te traerán sabiduría y honra”. Proverbios 15:33. En efecto, la humildad y la honra es el reconocimiento a Dios; el corolario de una vida plena saturada de éxitos que lleva a la realización de una persona.
¿Cómo se incurre en mala fama?
Elí, juez y sacerdote, de Israel no pudo lidiar con la conducta reprochable de sus hijos que fornicaban con las mujeres que vigilaban la puerta del tabernáculo-1ra de Samuel 2:22-. Elí desaprueba a sus hijos sus malas actitudes: “No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová”. 1ra Samuel 2:24. Finalmente, la mala reputación de sus hijos los condujo a la muerte-versículo 34-.
Por el caso descrito,- caso Elí- Pablo amonesta que en la elección de miembros de la iglesia a ocupar cargos ministeriales, resalte la idoneidad: “Debe gozar también de una buena reputación, entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo”. 1ra Timoteo 3:7. NBLA.
¿Cómo es jactarse de la buena fama?
Un caso por demás controvertido fue el desafortunado comentario hecho por Jhon Lennon ex integrante del desaparecido grupo denominado los Beatles. En el año 1966 Lennon expresó: “El cristianismo está en decadencia y nosotros-los Beatles- somos más populares que Jesucristo”. ¿En qué incurrió el talentoso Lennon? “Tras el orgullo viene el fracaso; tras la altanería la caída”. Proverbios 16:18 DHH. ¿Dónde está la gloria de la agrupación británica? Su decadencia empezó a finales del siglo pasado y sus seguidores de esa generación si acaso viven aún están próximos a extinguirse. Del grupo musical sobreviven algunos, recordando su efímera gloria.
Concluimos esta parte con lo expresado en el libro de Josué. “El Señor ayudó a Josué y la fama de Josué se extendió por toda la región”. Josué 6:27 DHH. Así, la buena reputación proveniente del Altísimo, es garantía para una vida íntegra.
“OIRÁ EL SABIO Y AUMENTARÁ EL SABER”
“Mejor es el día de nuestra muerte que el día que nacimos. Más vale gastar el tiempo en funerales que en festivales. Porque la muerte te espera y bueno es pensar en ello mientras te quede tiempo. Mejor es el dolor que la risa, porque la tristeza ejerce una influencia purificadora. Sí; el sabio piensa mucho en la muerte, mientras que el necio solo piensa en divertirse hoy”. Eclesiastés 7:2-4, Al Día.
Sobre la primera parte, -mejor es el día de nuestra muerte, que el día en que nacimos- deseamos compartir con usted previo al análisis de esta parte, dos pensamientos de connotados filósofos sobre el punto en discusión.
Epícuro: “Para que preocuparse de la muerte, si cuando el ser humano vive, ella no está presente; mientras que cuando ella llega el ya no está”.
Sócrates: “La filosofía de la vida es aprender a morir”.
De estas dos teorías estudiemos brevemente la segunda: ¿Qué significa aprender a morir? Es mentalizarse que tarde o temprano la muerte llega y por ello debemos prepararnos. Ser realistas que la muerte está implícita en cada ser vivo. Es válido aferrarnos a la vida; luchamos contra la muerte de muchas maneras, sobrevivimos a ella por determinado tiempo, sin embargo, llega.
¿Por qué el sabio exalta más a la muerte que la vida? Porque es efímera. “!Ay, acuérdate de lo breve que has hecho la vida del hombre! ¿Es una vida vacía e inútil la que diste a los hijos de los hombres? Ningún hombre puede vivir eternamente. Todos morirán. ¿Quién puede librar su vida del poder del sepulcro?” Salmo 89:47, Al Día.
A pesar de lo fugaz de nuestra vida, y atendiendo la interrogante del salmista, ¿Dios, nos la dio vacía, e inútil? ¡Jamás! Una vida limpia delante de Dios salmo 90:12- es el pasaporte a la otra vida-la eterna- pero es imprescindible la muerte que no es más que un breve sueño y el trampolín hacia la eternidad. Por eso Salomón alaba a la muerte más que la vida. Su frase tiene un propósito.
“Más vale gastar el tiempo en funerales que en festivales porque la muerte te espera y bueno es pensar en ello

mientras te quede tiempo”. “Más vale ir a un entierro que a una fiesta, pues nos hace recordar que algún día moriremos”. Eclesiastès 7:2
Sabiendo que “nuestra vida es como neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece”, ¿cuál debe ser nuestra reflexión ante un evento de duelo? ¿qué lección nos deja esta experiencia?
Continuará…
LA IGLESIA DE DIOS Y SU TEMATICA
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