“El que ama la correciòn ama el conocimiento, pero el que aborrece la reprensión se embrutece”. Proverbios 12:1. RVA
OCTAVA PARTE
En la séptima edición de la temática Eclesiastés Lecciones para la Vida, transcribimos los versículos 13 y 14 del capítulo 7, “observa los métodos de Dios, y ponte en armonía con ellos. No vayas en contra de la naturaleza. Disfruta de la prosperidad siempre que puedas, y cuando lleguen los tiempos malos, reconoce que la una y los otros proceden de Dios, para que todos se den cuenta que no hay nada seguro en esta vida”.
En el análisis bíblico, dividiremos este trozo en dos partes:
a): “Observa los métodos de Dios y ponte en armonía con ellos. No vayas en contra la naturaleza”. De este trozo examinemos, el significado de la palabra naturaleza. “Conjunto de las cosas que existen en el mundo o que se producen o modifican sin intervención humana”. Enciclopedia Encarta.
¿Y cuáles son las cosas que se producen? Tormentas, ciclones, tsunamis, sismos y más; son fenómenos que no son de hechura humana; sin embargo, tienen consecuencias.
Sus acepciones:
Existen varias clases de naturaleza: la creación de Dios, naturaleza animal, naturaleza jurídica, naturaleza humana, etc. Esta última-la humana-ocupará nuestra atención en esta parte. Según la psicología la naturaleza humana es: “el conjunto de características esenciales que nos son comunes a todas las personas, tales como emociones, pasiones, instintos, y la capacidad para pensar”. Sin embargo, dichas peculiaridades descritas del ser humano, deben estar en armonía con los métodos de Dios-modo ordenado y sistematico de proceder para llegar a un resultado o fin determinado-.
¿Por qué la frase: “ponte en armonía con ellos”? ¡Porque somos hechura suya! Un fabricante por ejemplo, de televisores adjuntará con el dispositivo un instructivo que indicará la forma de su uso y mantenimiento.
El instructivo de Dios implícito en el hombre, “denomina a las leyes que no dependen de los hombres, sino de Dios. Se trata, por lo tanto, de algo no mudable o inmodificable”. Enciclopedia Libre. O sea, que nuestra naturaleza humana está gobernada por leyes inmutables que no cambian. El instructivo ¡es la palabra de Dios! que nos enseña a descubrir elementos esenciales para vivir en forma ordenada con el Altísimo Dios. Bastará un ejemplo para ilustrar esta parte:
“Y Jehová Dios plantò un huerto en Edén, al oriente; y puso ahí al hombre que había formado”.

¿Qué significa la frase PLANTÓ UN HUERTO? Que tácitamente su alimentación se fundamenta a través de una dieta formada por verduras, legumbres y frutas.
En otras palabras, el método alimenticio para el hombre constituye una comida completa, variada y saludable rica en nutrientes: vitaminas y minerales que proveen frutas, hortalizas y verduras. ¿El hombre ha obedecido este método alimenticio? El llamado es oportuno: “No vayas en contra la naturaleza”.
Ahora bien, ¿como el hombre va en contra de su propia materia? Antes de darle paso a esta interrogante veamos brevemente la naturaleza original del hombre. “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto pero ellos buscaron muchas perversiones”. Eclesiastés 7:29. ¡Naturaleza perfecta! Dios provee al hombre raciocinio-instructivo divino- que lo faculta pensar, dirigir, coordinar, que lo vincula a la inteligencia. Según la ciencia, el raciocinio produce el conocimiento a través de la inducción o de la deducción. Y la culminación perfecta de la obra divina, es la de hacer al hombre, ¡conforme a su imagen y semejanza! Sin embargo, como explica la última parte de Eclesiastés el hombre busca sus propias perversiones.
¿Cómo evidencia el hombre el ataque contra su propia naturaleza? La empresa pro datos informa sobre la encuesta exploratoria sobre el comportamiento de los guatemaltecos frente al coronavirus que nos agobia y declara: “Que un importante segmento de la población, compuesto principalmente por jóvenes, no está siguiendo las medidas para evitar el contagio.
Según estadísticas la juventud guatemalteca es un grueso sector de la población; desafortunadamente muchos son adictos

al alcohol, tabaco, cafeína, pornografía y sexo; cocaína, comida chatarra, vida sedentaria”.
En estas condiciones el organismo no puede repeler cualquier agresión bacterial o viral-como la Covid-19- por el estado inmunitario deficiente; o sea, que las defensas de nuestra naturaleza agraviada no puede protegernos ni defendernos de las distintas afecciones.
Y es que al inicio de esta pandemia, se manejó la tesis, que solo afectaba a los adultos mayores, sin embargo, estadísticas actuales señalan al sector juvenil con altos grados de contagio y que han fallecido por coronavirus. En este contexto el sabio es categórico al declarar: “aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud, y en la flor de la vida, es un absurdo”. Eclesiastés 11:10. NVI. Lo expuesto por el sabio es puntual por las condiciones críticas que vive el país avasallado por esta pandemia que no discrimina.
Terminamos esta parte, con la amonestación del sabio: “no seáis sabios en tu propia opinión; más bien teme al Señor, y huye del mal y fortalecerá tu ser” .
b)”Disfruta de la prosperidad siempre que puedas y cuando lleguen los malos tiempos, reconoce que la una y los otros proceden de Dios, para que todos se den cuenta de que no hay nada seguro en esta vida”. Eclesiastés 7:13 y 14.
Este trozo nos ubica en el verdadero contexto de nuestra realidad de la variabilidad de los tiempos: de prosperidad y escasez.
¿Por qué hacemos referencia a esta parte? Porque establece las distintas etapas del hombre sobre el caminar en esta tierra. “Tiempo de ahorrar y tiempo de derrochar”. Eclesiastés 3:6. El tiempo de la prosperidad que menciona el sabio, que disfruta por ejemplo el servidor de Dios, “amado, ruego que seas prosperado en todo, así como prospera tu alma, y que tengas buena salud”. Juan 2, único capítulo. El siervo de Dios según el apóstol es bendecido en todo; incluye la prosperidad material y la cobertura de Dios llega hasta la salud física y emocional-el alma-. Incluso, Dios permite que el impío que no siente o no tiene compasión por los demás, obtenga riquezas. “Miren a esos arrogantes; ni siquiera se molestan en alzar un dedo; la suya es vida cómoda y continuamente se multiplican sus riquezas”. Salmo 63:12 Al Día. Ambos grupos, creyentes e irreverentes, disfrutan a su manera las riquezas; ahora bien, ¿están preparados cuando llegan los malos tiempos? El auténtico hijo de Dios exalta su fe en la bendición que recibe y ante cualquier calamidad no se aflige; “la bendición del Señor, trae riquezas, Y NADA SE GANA CON PREOCUPARSE”. Proverbios 10:22. El pueblo de Dios sabe que “hay tiempos de perder”. Eclesiastés 3:6. Entonces ¿como está reaccionando la humanidad en este tiempo de la pandemia? Se trata de una purga. “Una acción de purificación o de limpieza”. La pandemia ha puesto al descubierto las falencias del hombre, que, no alcanzaría este espacio enumerarlas. Dios, afirmamos, categóricamente no envía ninguna epidemia al hombre, todo ello, es resultado de sus malas acciones. Pero si las permite hasta determinado tiempo, para que la humanidad aprenda de su fracaso y rectifique. Pero sobre todas las cosas, el hombre se encuentre con su Dios. “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera, -reflexionar con atención y determinación- Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de El.” Eclesiastés 7:14.
EL BALANCE DE LA VIDA
“De todo he visto en esta loca vida, inclusive que algunos de los buenos mueran jóvenes y algunos de los malvados disfruten larga vida. No seas, pues, ni demasiado bueno ni demasiado sabio. ¿Para que vas a matarte? Por otra parte, no seas tampoco demasiado malo: ¡No seas necio! ¿Para que morir antes de tiempo? Pon manos a la obra que te corresponde y si temes a Dios puedes confiar en sus bendiciones”. Eclesiastés 7:17 y 18. Salomón trata de principio a fin en su sapiencial libro de inyectar al hombre modelos de vida prácticos para que en todo su trayecto sobre esta tierra tenga menos dificultades para vivir; además de proporcionar las herramientas como el conocimiento y sabiduría para superar los obstáculos cotidianos de su existencia. Para mejor entendimiento leamos la primera parte de este trozo-Eclesiastés 13:14- En la versión TLA:
“En esta vida sin sentido que me ha tocado vivir he visto lo siguiente: hay gente tan buena que por su bondad

acaba en la ruina, y hay gente malvada, que a pesar de su maldad vive muchos años”.
¿Por qué el sabio en su diario vivir expresa que no tiene sentido que se arruine o muera la gente buena y que la persona perversa viva más años? ¿En dónde estriba la debilidad de la persona dadivosa? Notemos la frase de Salomón: “Hay gente TAN BUENA…” La palabra exaltada es un adjetivo que la eleva a un grado superlativo; que es muy grande o muy buena o que tiene alguna cualidad en su más alto nivel. El mismo Salomón declara en la parte final de este versículo, “no seas demasiado bueno”. El diccionario expresa la definición de la palabra demasiado: “indica una cantidad, número, intensidad o grado mayor del necesario del que se esperaba”. ¿Por qué entonces la persona no reparte equitativamente sus recursos sin descuidar los propios? ¿Sin acortar su existencia y alargar la vida de los demás?
OBEDIENCIA A LAS AUTORIDADES
“Obedece al rey conforme a tu juramento. No andes tratando de rehuir responsabilidades, aunque sean desagradables. Porque el rey castiga a los desobedientes. Tras el mandato del rey hay gran poder, y nadie puede oponérsele u objetarlo. Quienes le obedecen no serán castigados. El sabio hallará tiempo y forma de cumplir lo que ordena”. Eclesiastés 8:2-5.
En artículos anteriores hemos hecho referencia a la obediencia a nuestros padres, a los estatutos de la iglesia donde asistimos, y más.
El punto que nos ocupa en esta parte es la obediencia a las autoridades superiores; cuya cabeza es el ejecutivo, -presidente, o rey que declara Salomón-El poder judicial y el legislativo, en cuyo ente existe la facultad de emitir leyes u ordenanzas que regulan la vida política, social y económica de nuestro país.
Antes de entrar al análisis bíblico, deseamos compartir con usted el pensamiento filosófico de Tomás de Aquino referente a este punto. “La obediencia es el más característico representante de una filosofía para lo cual es una forma de excelencia humana. La obediencia no se opone a la autonomía moral; sino que, al contrario, la potencia”. En otras palabras, cuando obedecemos a cabalidad un mandato gubernamental, u otros, otorgamos vigor a esa ordenanza, cuyo valor se acrecienta. Hacer lo contrario es rehuir a nuestras responsabilidades por ser aparentemente desagradables. ¿A quién por ejemplo, le gusta pagar impuestos: ¿IUSI? ¿Multas por alguna infracción? O algunas otras ordenanzas derivadas por ejemplo por los efectos devastadores de la Covid-19, en el cual el Estado emite órdenes de uso de la mascarilla, distanciamiento social, evitar aglomeraciones, lavarse las manos reiteradamente. ¿La mayoría de la población ha acatado este mandato? El sabio expone que el hombre trata de ignorar, evita o esquiva estas responsabilidades porque a él le parecen desagradables. En este contexto Pablo ratifica lo expuesto por Salomón. “Obedece a las autoridades superiores, porque Dios es quien les ha otorgado el cargo. No hay ningún gobierno en la tierra que Dios no haya permitido llegar al poder. Así que los que se niegan a obedecer las leyes recibirán castigo.” Romanos 13:1 y 2.
La iglesia no está excluida de las normas del gobierno; debe acatarlas.
¿CÓMO DEBEMOS MANEJAR NUESTRA LIBERTAD EN TIEMPO DE LA PANDEMIA?
Si bien el gobierno decretó la apertura de casi todas las actividades en el país, incluyendo la visita a los puertos, playas y ríos, establece un protocolo que debemos obedecer. No obstante, que el ejecutivo eliminó casi todas las restricciones de compra y locomoción en plena escalada de contagios, e hizo responsable a la población de las consecuencias que la pudiesen afectar por el coronavirus, ¿cómo manejaremos nuestra libertad concedida por el Estado? Leamos el apercibimiento paulino: “Todo me está permitido, pero no todo es para mi bien. Todo me está permitido, pero no dejaré que nada me domine”. 1ra Corintios 6:12. En las condiciones en las que vivimos en que el virus crece exponencialmente:
¿podemos ingresar por ejemplo, a un restaurante cuyo sitio excede el número de comensales?

¿O acudir a un entierro bastante concurrido? ¿O visitar mercados aglomerados de personas?
Ciertamente, los confinamientos a que ha sido sometido el país mucha gente padece de ansiedad y estrés, y necesita distracción. Sin embargo, no es el momento adecuado para acudir en masa a divertirnos o aglomerarnos con altas posibilidades de contagiarnos. Desde que el Estado reaperturó las actividades comerciales delegó a cada persona el compromiso de velar por sí mismo y por sus seres queridos. Entonces, ¿por qué no acatar los distintos dictados de nuestra consciencia? ¿por qué ir a la muerte? La libertad, reiteramos, conlleva responsabilidades y en este aspecto, el apóstol Pedro llama la atención. “Portense como personas libres sin usar la libertad como pretexto para hacer lo malo”. 1ra Pedro 2:16 DHH.
Terminamos esta parte con el enunciado de Hayeck: “Libertad no solo significa que el individuo tiene la oportunidad y la responsabilidad de elegir; también significa que sabe enfrentar las consecuencias. LA LIBERTAD Y LA RESPONSABILIDAD SON INSEPARABLES”. La parte exaltada es mía.
Continuará…
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